9 claves para reconocer una dieta milagro: ¿qué tienen de malo?

Las elevadas tasas de obesidad y sedentarismo, junto con unos escasos conocimientos sobre la alimentación y su papel en la salud que suele tener la población general, conforman el escenario perfecto para los “bulos nutricionales” y la máxima expresión de estos bulos, las dietas milagro. En este artículo, repasaremos las características que estas dietas suelen tener en común y los riesgos que suponen para la salud. Si no quieres caer en la trampa, sigue leyendo.

 

¿Qué son las dietas milagro?

Dietas milagrosas o mágicas, dietas de moda, dietas rápidas, dietas heterodoxas… se les llame como se le llame, se trata de aquellas dietas, poco o nada rigurosos, que generalmente persiguen fines comerciales y prometen una rápida pérdida de peso sin apenas esfuerzo.

El refrán “quien alguien quiere, algo le cuesta” ya nos da una pista. Si parece demasiado bueno como para ser cierto, es muy probable que no sea cierto. Además de ser un fraude, una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo, las dietas milagro serán ineficaces en el mejor de los casos. Sin embargo, pueden llegar a tener efectos adversos importantes para nuestra salud.

 

Claves para reconocerlas

Ante la constante aparición de una gran variedad de dietas milagro en los últimos años, un grupo dietistas-nutricionistas del GREP-AEDN redactó un informe donde se recogen las características que suelen compartir los métodos, productos y dietas milagro, para así poder huir de ellas. Te las resumo a continuación:

1. Las dietas milagro prometen resultados increíbles y rápidos. Suelen hacer alegaciones demasiado buenas sobre sus propiedades adelgazantes, quemagrasas, o hasta de curación de determinadas enfermedades.

2. Sacan conclusiones simplistas de cuestiones complejas. Suelen atribuir propiedades asombrosas a determinados nutrientes o alimentos, y /o advertir sobre los resultados perjudiciales de consumir ciertos alimentos o seguir otros regímenes.

3. Dan recomendaciones sin evidencia científica. Basan sus recomendaciones en estudios no representativos o con múltiples limitaciones, en afirmaciones de supuestos “expertos en la materia”, mezclan afirmaciones veraces con otras que no lo son… y en muchas ocasiones afirman hechos de forma categórica que contradicen organizaciones científicas de prestigio.

4. Ofrecen listados de alimentos permitidos (o buenos) y no permitidos (o malos) y prohíben el consumo de determinados alimentos o grupos de alimentos.

5. Recomiendan el consumo de un producto concreto que “casualmente” distribuyen los creadores de este método. Además, muchas veces afirman que estos productos son seguros porque son “de origen natural”.

6. Estos preparados o productos dietéticos que recomiendan consumir tienen un coste elevado, aunque existen alimentos comunes con las mismas propiedades y un coste menor.

7. Los cambios no son sostenibles en el tiempo. No dan herramientas para que aprendamos a comer de forma equilibrada, mejoraremos nuestro estilo de vida, ni para que nuestro cambio sea duradero.

8. Se apoyan en testimonios, “historias reales” y grandes campañas de marketing para aportar credibilidad. Por ejemplo, “X famoso perdió 15kg en 3 meses gracias a esta dieta” o “La dieta con la que Juan superó X enfermedad”.

9. Son muy “sencillas” y las puedes seguir por tu cuenta sin necesidad de acudir a un profesional sanitario cualificado.

Algunos ejemplos de este tipo de dietas que seguramente te sonarán son la dieta Dunkan, el método Pronokal ®, la dieta de la alcachofa (o cualquier otro alimento), la dieta flash, la dieta de la Zona…

 

¿Qué tienen de malo?

Terminaría mucho antes si enumerara qué tienen de bueno las dietas milagro (spoiler: bien poco). Pero no lo dejaremos aquí. Seguidamente te comento los principales riesgos que estas dietas pueden presentar:

· Dificultad o imposibilidad de llevar una alimentación equilibrada y posibles deficiencias. Limitar o prohibir un alimento o grupo de alimentos, puede comportar un déficit de algunos nutrientes (como por ejemplo los hidratos de carbono, algunas vitaminas, etc.) y un exceso de otros (por ejemplo, las grasas o las proteínas), los cuales puedes ser perjudiciales a corto, medio o largo plazo.

· Si se pierde peso, la mayor parte es en forma de músculo y agua. Si nuestro objetivo es perder peso, lo recomendable es perder grasa. Para “quemar” grasa más fácilmente, y contar con un buen estado de salud en general, es fundamental cuidar nuestra masa muscular y mantener un buen estad de hidratación. Siguiendo una dieta milagro puedes perder peso y verte delgado pero presentar porcentajes de grasa elevados (no saludables).

· El conocido efecto “yo-yo”. Reducir de forma importante nuestra ingesta energética (por debajo de las 1.000 calorías diarias) hace que nuestro cuerpo entre en “modo ahorro”, es decir, procure aprovechar al máximo los nutrientes que recibe. Como consecuencia, al dejar la “dieta” y volver a comer antes, es mucho más fácil recuperar el peso perdido o hasta superar el peso inicial.

· Consecuencias psicológicas y mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Restringir de forma más o menos estricta nuestra dieta y no ver resultados, nos puede conllevar estrés, ansiedad, frustración, insatisfacción, sentimiento de culpa… los cuales son el ambiente idóneo para que se puedan desarrollar los TCA.

 

¿Mi consejo? No vale la pena jugársela. La salud no es un juego, y mucho menos algo de lo que se deba hacer negocio.

Si padeces obesidad, diabetes o cualquier otra patología, acude a un profesional sanitario especialista que pueda evaluar tu caso y realizar un plan de acción adecuado para ti.

Si no sufres ninguna patología y buscas sentirte y verte bien, cuidar tu salud… olvídate de los remedios mágicos y adopta hábitos de vida y alimentación saludables.

 

Gala Freixer
Nutricionista


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